Basquet Caliente

Hacia donde hay que mirar

La aventura vivida en el Eurobasket ha significado una de las más increíbles de mi vida, donde no solamente quedé maravillado por la parte organizativa y el orden del torneo, sino también por lo visto adentro de la cancha, tanto en cuanto a técnica individual como a táctica colectiva.

Por Santiago Rodríguez (Desde Estambul)

Pasan las horas y en mi cabeza aún resuenan los ecos del título conseguido por Eslovenia, algo que significó realmente una sorpresa para la gran mayoría. Pero de todos, en cada uno de los 16 partidos hubo algo interesante para analizar, siendo realmente un torneo de una excelencia y donde realmente terminó ganando el  mejor.

Intensidad brutal

Lo primero que uno tiene que apuntar es la intensidad con la que juegan cada minuto, no regalando nada desde el minuto cero, algo que lo permite la extensa rotación que posee cada selección, tanto en cantidad como en calidad.

Defensivamente no hay licencias y los físicos privilegiados que poseen, les permite jugar constantemente a cambiar en cada cortina, buscando que no se genere una ventaja, debido a que es realmente difícil que queden emparejados un grande con un chico en el bajo o viceversa en el perímetro, siendo verdaderamente muy justas las rotaciones en caso de que ello suceda para evitar las situaciones de mismatch.

En este ítem hay que valorar de sobremanera lo hecho por España, la mejor defensa del campeonato, por Italia, de terrible juego estratégico ante Finlandia en octavos y de Grecia, que a pesar de dar alguna ventaja de estatura, barrió a Lituania de la competencia con un juego brillante en la primera ronda de cruces directos.

En este rubro no podemos dejar atrás a los serbios, una escuela de básquet absoluto donde defensivamente todos están dispuestos a ayudar y listos también a ayudar al que ayuda y así sucesivamente, plantándose de una forma que pareciera ser una zona, pero no lo es.

Los rusos también tuvieron aciertos que lo llevaron a estar entre los 4 mejores, tirando una presión extendida en zona 2-2-1 que siempre fue rendidora, imponiéndola ante Croacia para ganar en cuartos y también utilizándola en los juegos tanto ante Serbia como España por el bronce.

Early offense y transición

Eslovenia fue un ejemplo de básquet moderno, buscando jugar posesiones cortas, intentando definir desde el contraataque primario o ante defensa plantada, generando desde un pick central (jugado habitualmente por Dragic o Doncic), con excelente ocupación de espacios del resto de sus compañeros.

La selección campeona fue la más goleadora del torneo, con un promedio de 90 puntos por partido, rompiendo los paradigmas del básquetbol europeo, un básquetbol con scores bajos donde lo que se busca constantemente es bajar el goleo de su rival.

Esos 90 puntos de promedio tuvieron a su vez una eficiencia elevadísima, logrando convertir 106 puntos cada 100 posesiones, siendo un equipo que perdía muy pocos balones y que lastimaba a su rival desde ese juego tan veloz como efectivo.

Acompañando a las dos grandes figuras, la Doble D (Dragic-Doncic), había hombres que entendían clarito su rol, como por ejemplo el centro Gasper Vidmar. Vidmar debió fajarse con internos preponderantes, como los Gasol, Marjanovic, Kuzmic y generalmente no perdió. A su vez,  siempre estaba dispuesto a poner los bloqueos a los que hicimos referencia anteriormente, cortinas fuertes que permitían generar ventaja al portabalón, cayendo a la pintura en algunos casos para jugar el pick and roll, haciéndolo de manera muy efectiva.

Anthony Randolph también tuvo un papel importante, ocupando generalmente la esquina del lado opuesto al pick, era una opción de pase más que segura, siendo letal de frente al aro y abierto, aprovechando un skip pass (pase de lado a lado) que era muy certero, hecho mayoritariamente en salto, un recurso que sobre todo Luka Doncic utilizó a la perfección.

Por último y no menos importante cabe destacar lo hecho por Klemen Prepelic, el jugador del Levallois Metropolitan de Francia terminó convirtiéndose en un arma fundamental para Eslovenia, siendo opción por detrás de Dragic o Doncic tomando lanzamientos a pie firme desde la triangulación del pick and roll o hasta en algunos casos mostrando una mano muy confiable tras salidas de bloqueos tanto directos como indirectos.

La pintura es lava

El básquetbol moderno hace que cada vez las posiciones estén menos diferenciadas, sobre todo por la presencia de jugadores con físicos por encima del 1,90 en los puestos más perimetrales (1-2) y hombres que superan los 2 metros ampliamente que se desempeñan como aleros.

A su vez, la excelencia en la técnica individual, que permite a cualquier jugador en el perímetro jugar el 1 x 1 constantemente, hace que la intención sea generar los espacios necesarios para crear una ventaja, por lo cual muchas veces no hay un hombre en la pintura.

Letonia fue uno de los ejemplos más claros, teniendo a Kristaps Porzingis, jugador de los Knicks de 2,21 jugando generalmente abierto, al igual que el resto de sus compañeros, buscando quebrar la primera línea y a partir de ahí generar una ventaja difícil de controlar.

El puesto de centro, pura y exclusivamente para recibir de espaldas al aro, buscando que lastime desde el post-up, fue una figura casi inexistente en el EuroBasket.  No obstante, quien oficia de centro en la mayoría de las selecciones, era el encargado de subir al perímetro a cortinar una y otra vez, en caso de ser necesario, dos o hasta tres veces al mismo jugador (repick) para que pueda obtener la ventaja.

Siempre hay una excepción a la regla y seguramente ella sea España, que con los hermanos Gasol ejecutaba a la brillantez el alto-bajo, arma que le generó ventajas ante la mayoría de los rivales. Pero como suele suceder, España en cuanto a fisonomía es muy distinta al resto de las selecciones, sobre todo las balcánicas o las provenientes de la antigua Unión Soviética, pero su lectura muchas veces es única y por eso utilizaba tanto ese recurso con dos hombres que aún marcan diferencias a este nivel.

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