BC conversó con Florencia Sergio, jugadora que a sus 22 años es profesional en el equipo de Gamos Mx, e inició su carrera en el Country de El Pinar cuando tenía 12 años. La pívot campeona con Malvín, e integrante de selecciones nacionales desde 2011, mide 180 y dice que le gustaría poder jugar de alera, pero en este país su altura la llevó a ocupar esa posición. Al consultarle en qué liga está compitiendo, dijo “estoy jugando en Gamos Mx, jugamos la Liga Mexicana de Baloncesto Profesional Femenino. Es una liga que va ya por su tercer año y que cada vez crece más. El año pasado fue el primero que jugué y la verdad el nivel me pareció muy bueno, la mayoría de los equipos se refuerzan con extranjeras de todos los tamaños. La verdad no sé cómo describir contra las que jugué el año pasado, estaban grandes… Y bueno ahora la Liga comienza en Febrero así que tenemos unos cuantos meses para prepararnos.” Sobre la forma en que consiguió la oportunidad de irse a México, dijo “la madre de Fer (Midaglia) conocía al entrenador de la Universidad Marista donde estoy estudiando. Entonces le mandé videos, hable con él y me dijo para venir a estudiar en la Universidad Marista y jugar” Con respecto a su carrera, contó “a fines de agosto van a hacer 2 años que estoy acá, y ahora estoy por empezar quinto semestre en la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Me quedan 2 más para terminar la carrera, voy por la mitad. Y después veremos qué pasa, si tengo oportunidad de quedarme para seguir jugando profesional me quedo.” Al preguntarle si le costó acostumbrarse a vivir en México, contestó “la verdad es que me adapto fácil, entonces no me resultó tan complicado acostumbrarme. De todos modos, no voy a negar que fue un cambio muy radical. Pasar de vivir en La Ciudad de la Costa a venir a vivir a Ciudad de México, que es la más grande del mundo, es un cambio bastante grande, pero como no me costó mucho por suerte.” Sobre qué fue lo que más le costó, dijo “lo más difícil para acostumbrarme, aparte del picante en la comida, es el tráfico. Si en Uruguay a veces andamos puteando y quejándonos de lo mal que manejan, acá es muchísimo peor. Nadie respeta nada, manejan como quieren, y hay demasiado tráfico. Y el picante todavía se me hace complicado, es que a todo le ponen picante…, y para ellos nada pica, entonces muchas veces se te prende fuego la boca porque te dicen que no pica, y lo peor es que no te creen, o te dicen que sos una exagerada. No nos entienden en ese sentido.” Con respecto a lo que más extraña de Uruguay, dijo “Sin duda lo que más extraño de Uruguay es mi familia y amigos. Se siente estar lejos y cuando llegué que no conocía a nadie fue peor. Por suerte ahora ya tengo amigos y con quien estar, y entonces eso hace que todo sea más ligero, aunque hay días que te agarra la melancolía y la ‘extrañitis’. Además, acá son todos muy de la familia, son muy unidos, y entonces te hacen extrañar más a los tuyos. También extraño la comida, no lo voy a negar…, los alfajores, el dulce de leche, los bizcochos, etcétera. Podría pasar un buen rato nombrando toda la comida que extraño. El tema es que México tiene una cultura gastronómica muy grande y muy rica, pero la mayoría de sus comidas son grasosas, o tienen harina, o son muy pesadas, y en mi casa son más de comidas livianas, no tan grasosas. Cuando llegué me enferme un par de veces del estómago y la pasé mal, todo por no estar acostumbrada.” Al preguntarle qué disfruta de hacer cuando tiene tiempo libre, respondió “Sin duda lo que más me gusta es pasear y conocer lugares nuevos, y si pudiera pasaría haciéndolo. México tiene mucha cultura, entonces cada vez que salgo, conozco o aprendo algo nuevo. Cada Estado tiene sus comidas típicas, sus danzas, sus vestimentas, es como si fueran otro país.” Al pedirle una anécdota, contó “De las muchas que se me ocurren, una que me dio mucha gracia fue de cuando llegué. Me llevaron a Coyoacán, un lugar muy lindo y turístico que queda en Ciudad de México a comer churros, y cuando estábamos por elegirlos me preguntaron cómo quería el mío, y me dieron opciones, una de las cuales era cajeta. Mi amiga me dijo, ‘¿quieres tu churro con cajeta?´ Mi cara en ese momento fue un poema, me empecé a reír mucho y le dije lo que era cajeta en Uruguay…, es que a pesar de que tenemos el mismo idioma, éste cambia mucho, todavía me sigue pasando que no encuentro cosas o no entiendo a qué se refieren porque se les llama diferente.”