Basquet Caliente

Reestructura, el comienzo (Parte 1)

La reestructura institucional que deben vivir nuestros clubes deportivos es un tema que está en el tapete. Por más que se quiera tapar el sol con una mano, se hace cada vez más difícil eludir este proceso por el que deberán, indefectiblemente, pasar.

Da la impresión que aunque el tiempo transcurre y todo en apariencia sigue igual, queda como que el tema está suspendido entre dos segundos del tiempo, pero a medida que los años progresan y no así los clubes, ese procedimiento se hace imprescindible.
En la década del ochenta la mayoría de estos clubes tenían un posicionamiento que fue decayendo en las subsiguientes décadas hasta llegar al “hoy”. Esa dependencia absoluta del mecenas de turno y la inoperancia institucional los deja al borde de un abismo. Sin dudas que es loable aquel que apoya a los colores que conforman su sentimiento, pero su presencia no es eterna y la entidad deportiva debería estar por encima de esos lapsos.

Cada vez que aparece una nota de estas, muchas voces se alzan en protestas y disconformidades, lo cual me da la tranquilidad que las mismas se leen. No obstante, en vez de criticarlas por qué no analizarlas y entenderlas desde lo positivo antes de lo negativo. No intento generar una pluma juzgadora que, desde una atalaya, critica sin razón. No hay en estas letras esa tirana soberbia del que cree que todo lo sabe. No existe un motivo para poner en tela de juicio a los dirigentes ni a sus instituciones.

La única razón que me motiva a escribir y expresar estos conceptos es el inmenso y profundo sentimiento que tengo por el deporte. Nuestro basquetbol, fútbol, ciclismo, han sido constantes animadores de la vida deportiva del país. Mi generación creció al influjo de equipos uruguayos ganando en todos los ámbitos, selecciones batalladoras y animadoras de diferentes torneos que, sin ganarlos, cumplían con ese cometido de “dejar en alto el deporte uruguayo”. Vivimos ese deportivismo oyendo las gestas de Maracaná, Helsinki, Melbourne y las heroicas carreras de Atilio Francois.

Con esos espejos fueron naciendo deportistas que mantuvieron esa llama ganadora, en los cincuenta, sesenta, setenta y ochenta. Los clubes cumplieron siempre un rol fundamental, porque eran el lar donde crecían y se formaban esos deportistas. Por lo tanto, sin instituciones es imposible pensar en el deporte. Esto significa que nuestro objetivo debe estar centrado en las entidades deportivas, ayudarlas a crecer, colaborar para que esta metamorfosis que ha vivido el deporte llegue a ellas y no las consuma.

He aquí el por qué intento generar este ámbito de discusión, con bases sólidas y pensando en el mañana. La mejor revolución es la intelectual y hoy los quipos necesitan ese fermento en sus entrañas porque, caso contrario, sus vidas penden de muy poco. Tampoco hay un tinte apocalíptico, simplemente la necesidad de establecer procedimientos que permitan aventurar un futuro para los clubes uruguayos.

Pensar que el Estado, como tal, se haga cargo, es un error que parte de la base. Como primer punto debemos entender cada proceso y observar como el mundo se ha ido ordenando. Cuando no se mira alrededor y se pretende “inventar” contra la corriente generada, ahí si la soberbia cubre todo procedimiento. El principio casi axiomático de todo cambio, es ver como lo hicieron a quienes les va “bien”. No hay que temer en copiar si esto se hace correctamente, somos un país muy pequeño para generar invenciones y el costo que ellas generan. Revisemos el mundo cercano, veamos como lo hacen, adaptemos, agiornemos y no tengamos miedo al “fracaso”. El peor fracaso es “morir” sin hacer o creer que hacemos sin hacerlo.

Las figuras que internacionalmente nos representan y de los cuales nos sentimos orgullosos ya están en la cima, ahora debemos generar más, continuar el ciclo “productivo”. El deporte uruguayo necesita cambios institucionales y deportivos. El Fútbol predomina en todo el territorio, pero eso no significa nada si no se hacen los cambios y se adaptan las estructuras.

El Basquetbol hasta hace unos años siempre fue el segundo deporte del país. ¿Hoy lo es? Una encuesta realizada el año pasado, en una zona puntual del país que no representa a toda la nación, dio como resultado que entre los jóvenes uruguayos:

  • El Fútbol tenía un 78% de aceptación y un 80% de ellos lo practicaban
  • El Rugby un 2.50% de aceptación y un 30% lo practicaba
  • El Basquetbol un 1.50% de aceptación y un 25% lo practicaba.

Reitero, no es una muestra PAIS, sino Zonal, pero deja y refleja algunas cosas. Si bien no hay comparaciones porque no tenemos encuestas hacia atrás, el sentido común nos dice cosas.

Hoy, el Rugby uruguayo, está actuando, se ve que tiene un claro plan de captación, ahí ya hay un modelo interesante a observar y comprender. No tenemos números de este deporte en años anteriores, pero su progreso responde a algo y no es casualidad sino causalidad.

¿Entonces la propuesta es la lucha entre los deportes? Si alguien piensa eso, poco entiende lo que se expresa. La proposición debe ser TRABAJAR en los ámbitos juveniles de TODO el Uruguay. Cada niño o joven encontrará el deporte que le “cae” a su gusto y así podrá elegir.

En la medida que haya opciones deportivas y cada uno de los deportes presente su plan, los niños, los jóvenes, irán tomando esa expresión deportiva. En las Escuelas, públicas o privadas, del mismo modo que en los liceos, ámbitos de encuentro de esas generaciones que están ávidas y abiertas a la expresión deportiva, es donde hay que trabajar No importa la influencia del deporte mayoritario, sino el menú que le propongamos.

La captación de deportistas, no de futuras promesas, sino deportistas, es una forma de incentivar la práctica, eso trae detrás a la familia y permite un desarrollo diferente de las generaciones en crecimiento, tanto corporal como mental. Seguramente surgirán valores, pero el principal objetivo es obtener competidores y proponerles a los más jóvenes una inserción en el deporte de competencia.

En todos los barrios de Montevideo, Ciudades y Poblados del Interior del país hay Clubes e Institutos de Enseñanza. Crear alianzas deportivas no creo que sea una complejidad, ni haya óbices por parte del Estado que seguramente, con buenos ojos, verá un desarrollo interesante para la población más pequeña de la nación. Las estructuras están, las federaciones y asociaciones respectivas solo necesitan un plan con una ejecución seria y proyectada.

¿Qué tiene que ver todo esto con las reestructuras institucionales?

MUCHO, porque en la medida que haya deportistas, que los clubes tengan incidencia en sus zonas, hay seguridad de continuismo de la institución, el deporte y las posibilidades competitivas.
Para comenzar una reestructura debemos saber cuál es la unidad del centro a reestructurar y en el deporte y las instituciones deportivas la unidad es: EL DEPORTISTA. De manera que hay que actuar en consecuencia asegurando su presencia y que esta sea exponencial. Cuando los equipos entiendan esto, propongan alianzas e interactúen con la comunidad, quizás puedan lograr ayudas del Estado, por aquello del “ida y vuelta”, “pido pero doy”.

Hay algunas acciones aisladas, pero no son el reflejo de una acción macro, con iniciativa universal dentro de la República, sino más bien esfuerzos individuales, muy válidos por cierto, pero carentes de planificación y durabilidad.

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